Alicia en el país de la asertividad

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

alicia

Más vale ponerse una vez rojo que cien amarillo. Refrán

—Bueno, el lunes cuando vuelva a la oficina voy a decirle a mi jefe que no voy a seguir asumiendo todo lo que me pide que haga—dijo mientras disfrutaba del fin de semana.

Suspiró, aliviada, como si ya se hubiera desprendido de un gran peso y entrara en una nueva situación, llena de sencillez. Entusiasmada con la idea, se repitió en voz alta:

—No voy a volver a organizar todo lo que los demás dejan desorganizado. Sólo organizaré lo mío y punto. Pero… —frunció el ceño y entrecerró los ojos, como si no quisiera verlo— tampoco asumiré que me manden tres cosas a la vez.

Es lunes y el fragor de la actividad de primera hora la tenía ensimismada cuando:

—Alicia, por favor ¿puedes traerme el informe de la semana pasada?

—Estoy atendiendo a un cliente. Es un asunto de máxima prioridad.

—Ya, pero tráeme el informe y después continúas atendiendo al cliente.

Dejó de atenderlo y dijo en voz baja algo ininteligible. Parecía que no quería decirlo, y sin embargo estaba segura de lo que decía. Cuando habla sola dice lo que quiere decir, el problema viene cuando habla con los demás. Se transforma, parece otra, mejor dicho no parece nadie.

Esto no puede seguir así –pensó- ha de cambiar, pero le han dicho que no hay que contrariar nunca a la gente; que contrariar es de mala educación. Siente que esta situación es agobiante, pero si lo comenta con alguien tal vez le diga que sus problemas no interesan a nadie, que es mejor adaptarse a los demás y no provocar ningún tipo de incidentes. Pero le gustaría decir “basta, no voy a hacer tres cosas a la vez; es más, ni aunque me lo pida por favor”.

—Alicia, ¿no te importa elaborar el informe sobre el último proyecto a la vez que preparas la planificación de la siguiente semana?

—Es que estoy ahora muy liada con un tema pero, bueno, te lo intento hacer.

—Gracias. ¡Ah! No se te olvide que ha de estar para esta tarde antes de acabar la jornada. De lo contrario, te lo deberás llevar a casa porque el cliente lo espera mañana a primera hora.

—Es que tal vez no me de tiempo a todo.

—Si mujer, tu bien puedes hacerlo

Lo mío es grave –pensó-. ¿Cómo es posible que no solo me haya colado un informe que debería hacer él, sino que también me mete prisa para que esté listo lo antes posible? Es que lo mío no tiene nombre. Lo he de solucionar pronto, ¿Pero cómo?

 

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