Burnt y el ergónomo del alma

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem

Burnt

Acepta el cambio como un amigo. Y no te lo tomes demasiado en serio. Tom Peters

Era metro ochenta de tostado. Era el achicharrado de la tarde. Era el principal candidato a ser calcinado antes del fin de semana. Era, por así decirlo, cliente y víctima de las pócimas del ergónomo del alma. Era coloquialmente Burnt

—¡Ah! ¿Eres tú, ergónomo? —dice Burnt, sin volver la cabeza—. Hola.

—Hola. ¿Qué haces?

—Nada, como puedes ver… Total, haga lo que haga no va a servir para nada…

—¿Para nada? ¿Por qué crees eso?

—No sé… Pero me da la impresión de que aquí te chupan la sangre.

 Burnt siente una quemazón interna que le agota. No sabe porqué, pero se siente sin fuerza y sin moral. Llegar al fin de semana, es un acto heroico.

—Es que no merece la pena molestarse —dice Burnt —. Total, al final todo te decepciona y nadie te agradece nada.

—No sé. Tal vez debas cambiar alguna de tus costumbres, inclusive tu modo de tomarte el trabajo.

—Ya lo he probado y cómo puedes ver…, nada.

—Los tiempos cambian y creo que tú también has de cambiar. Tal vez  tengas que  comenzar a valorar otras cosas.

Hace unos años, Burnt no se sentía así. Sabía lo que le pedían y conocía las formas que la organización tenía para controlarle. Eran formas básicas, rudimentarias y un poco groseras: el reloj, la firma en un listado…. Firmas, minutos y la mirada atenta del jefe. Burdo sí, pero eran mecanismos externos, que no se metían en su alma.

—Pero claro, -dice Burnt- ahora ya todo es más moderno y sofisticado.

—Hombre, visto así –comenta el ergónomo-, pero  has de tener en cuenta que ahora te ayudamos a auto organizarte, a auto motivarte y a auto superarte.

—Sí, claro –responde Brown- hasta he aprendido a ser sociable en momentos en los que menos me apetece serlo.

Antes le controlaban los horarios, los tiempos, los informes que realizaba. Ahora ya no hacen eso. Es muy evidente y poco efectivo. Ahora siente que le quieren controlar por dentro, y le piden que sea él mismo el que se auto regule, el que se adapte de manera alegre y voluntariosa. Que, si procede, cambie sus valores… ¡Cómo si fuese tan fácil cambiarlo todo! Dejar de ser esa versión de sí mismo con la que se ha encariñado y que transite a esa otra nueva que, de momento, le crea inseguridad y cierta angustia.

Siente que está en ese intermedio entre conocerse y no reconocerse. Entre algunas cómodas rigideces, claras convicciones y valores un poco antiguos y ese otro personaje especie de “buen rollete” que permanentemente prodiga sonrisas en las que no se reconoce y ofrece colaboraciones a modo de salmodias.

Burnt se debate entre una versión cómoda y nostálgica de sí mismo, que tal vez sólo sea un estado más en su evolución, y esa otra incómoda y cambiante que le haga descubrir nuevas versiones suyas para el futuro. Esta situación le confunde, algo ha de hacer, pero ha de ser pronto.

Print Friendly, PDF & Email

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*