El banalizador con ínfulas

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

No hay nada más temible que una persona comunicativa que no tiene nada que decir. Sainte-Beuve

Son las doce de la mañana y ya han desaparecido los alicientes del comienzo del día y el ritual de quejarse del jefe, del tiempo y de los vecinos del quinto si procede. A estas horas lo que toca es seguir trabajando. Tonterías y despistes, los justos.

– ¿Cómo va la mañana? Parece que hoy va a llover, ¿no crees? -comenta un compañero.

Lo de la mañana, me parece una forma de saludar; lo de llover ya implica recurrir a tópicos y espacios comunes. Aunque, pedirte que hagas de adivino del tiempo, o es una invitación a conversar o a entrar en el bucle de la banalidad. No lo sé y, por ello, digo:

-Pues sí, eso parece.

Si para conversar he de hablar del tiempo, hablo. Pero si se trata de hablar tontamente, en este momento, no me veo.

-Es que, si no llueve, lo vamos a tener difícil en verano. A ver con qué nos duchamos -añade.

No es que me considere un gran conversador. No lo soy. Pero es que lo del tiempo está bastante manido. No obstante, comento:

-Y tanto. Mal iremos si no empieza a llover ya.

-Es que otros años, en estas fechas, ya había llovido varias veces. El calentamiento global, supongo – continúa.

Lo del calentamiento global no sé si es un recurso más para continuar hablando o una forma de recordarte que, aunque te estés dejando las pestañas trabajando, intentes no contaminar y reutilices el mismo abrigo desde hace veinte años, eres un ser contaminante y, en consecuencia, culpable.

– ¿Sabías que es el mes de marzo más seco desde que se realizan estadísticas? – comenta.

Si tenía alguna duda sobre si conversábamos o simplemente banalizábamos, la duda se había despejado. Y no lo digo porque el cambio climático no sea un tema serio, si no por su tratamiento.

-Además, cada vez que utilizas el coche para venir al trabajo contribuyes a cargarte la capa de ozono -sentencia.

Agradezco que un compañero, si te ve apurado, tenga un par de palabras contigo. Ya sabes, rompe un poco el ritmo y te permite un alto en la rutina. Pero éste, se está pasando.

-Sí, ya. Pero es que desde donde yo vivo hasta aquí, no hay transporte público -respondo disculpándome.

Entiendo que utilice el tiempo para iniciar la conversación, es cómodo, aunque bastante recurrente; lo del cambio climático, ya es un poco culpabilizante; pero, lo de las venidas al trabajo en coche, se pasa al lado acusatorio.

-Pues sí, cada viaje que haces, contaminas …… -insiste.

Llegados a este punto, no sé si estoy ante un compañero amable con pocos recursos conversacionales, uno simplemente banal sin tema de conversación, o uno banal con ínfulas moralizantes y un poquito de mala leche. Tú ¿qué crees?.

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