Entre chácharas y charramecas vacacionales

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

“Hablar no es siempre conversar.”  William Cowper

¡Uff! ¡Qué calor! -resopla mientras apura su Martini mi compañero de chiringuito.

Me gustaría no tener que responder a este tópico veraniego. Pero me veo diciendo:

-Es que ha venido antes y más fuerte que otros años.

-Seguro que es por el cambio climático -sentencia.

¿Opinaba del tiempo del que no soy ningún experto o del cambio climático del que todavía se menos? La sociabilidad me exige opinar hasta de aquello que no tengo ni idea. Por ello respondo:

-Sí, claro. Y lo peor es que ha venido para quedarse.

Nada más pronunciarlo me he dado cuenta de que he caído en otro tópico. Podría haber guardado silencio y echado mano de mi móvil, mirado su pantalla e ignorado al del Martini, pero eso ayuda poco a construir amistades de verano que duran, eso, un verano.

-Es que el derroche energético va a acabar con todo -afirma.

Moralmente he de tener una opinión. Lo del cambio climático nos afecta a todos. Pero, ¿soy empático y nos ponemos ambos a llorar o saco mi vena polemista y comenzamos la discusión? No es fácil la decisión. Ser empático te garantiza una conversación tan larga como vacía. La polémica brilla más, pero te lleva a la bronca y, en vacaciones, no queda bien. Son momentos de felicidad por decreto. Por ello, me inclino por lo primero y digo:

-Y tanto, este sistema consumista nos está abocando a un camino sin retorno.

-¡Camarero! Por favor, podrías ponernos otro Martini -vocea.

Vamos por el segundo en una playa que para llegar nos hemos desplazado en coche hasta el aeropuerto, tomado el avión y hecho unos miles de kilómetros y, ahora, estamos en pleno doble vermut. Pero claro, el calentamiento lo provocan otros. Nosotros simplemente disfrutamos de unas vacaciones bien merecidas.

Habría hecho alguna observación de más calado, buscado argumentos que evitaran caer en la charrameca más trivial. Pero, en vez de eso, me someto al vasallaje del tópico y la tontería y rindo pleitesía a mi interlocutor diciendo:

-Es que este consumo desbocado no nos llevará a buen fin.

-¡Ah! Camarero. Y también unos berberechitos. Un día es un día -vocea nuevamente.

Me hubiera gustado polemizar, más con ánimo de contraponerme a él que en defensa del medio ambiente, lo reconozco. A mí eso de ser espontáneo y ocurrente se me da bastante bien. Vamos, que brillo un poquito en la bronca. Pero estamos de vacaciones y es mejor pensar lo que se va a decir y, al final, no decir nada mediante palabras huecas y sin brillo. La opción polemista da más juego, te lo aseguro, pero no es otra cosa que una borrachera de palabras y, con los dos martinis en liza, ya tenemos bastante.

Además, son vacaciones y te las mereces. ¡Disfrútalas!

 

 

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