Lo suyo, ¿es una borrachera efímera o una fealdad permanente?

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

Pero tonto del t’o, no p’a un rato, un tonto p’a siempre. José Mota

un tonto p’a siempre. José Mota

Me he quemado la lengua con el café. Está abrasando, acabo de sacarlo de la máquina. He de esperar a que se enfríe y para empezar el día con cierta alegría pregunto a mis compañeros cafeteros:

-¿Sabéis el chiste del feo y del borracho?

-Me suena, pero ahora no lo recuerdo -dice uno de ellos.

-¿Queréis que os lo cuente? -pregunto.

-A ver que tontería nos cuentas dice el más estupendo. Los demás, condescendientes, se resignan y dicen: cuenta si te empeñas.

Me animo y me lanzo a contarlo con más voluntad que gracia. Bien, escuchad:

Era un feo que estaba en la barra de un bar, mira a su lado y está sentado un borracho. Va y le dice:

– Te debería dar vergüenza. Estás de un borracho indecente.

El borracho entre vapores acierta a pensar y con dificultades a responder:

-Y tú eres feo, pero que muy feo.

Y el feo que no se esperaba esa respuesta, molesto por ella dice:

-Pero lo tuyo es vergonzoso.

-Ya, no lo dudo, pero lo mío se pasa y lo tuyo es permanente -responde el borracho”.

Algunos ríen, otros esbozan una sonrisa de compromiso, pero el que padece estupendez va y dice:

-Menuda chorrada. Yo no le veo la gracia. Y, además, los he visto contarlo con más gracia.

-Lo siento -digo a modo de disculpa.

-Bueno, ahí os dejo. Si no hay mayor nivel, yo me voy a lo mío. No quiero perder el tiempo escuchado chorradas y tonterías -dice poniéndose excelso mientras se aleja.

No es que me prodigue mucho contando chistes y tampoco presumo de gracia al contarlos, pero al menos le echo voluntad. Dolido, y como él ya no está, aprovecho para decir:

-Pues yo a él le veo más en el clan de los “feos” que en el de los “borrachos”. Vamos, que lo suyo no tiene arreglo.

-¿Qué quieres decir? -me preguntan.

-No me refiero a que físicamente sea feo, sino que lo suyo es más una fealdad de espíritu. Lo suyo, creo, no es congénito, sino que más bien es el resultado de un uso deficiente de sus facultades.

-¿Quieres decir? -me pregunta el más tiquismiquis.

-Si mira, algunas veces las usamos mal. Todos lo hacemos. La diferencia entre unos y otros radica en cuántas veces lo hacemos.

-¿Entonces, según tú, no somos “feos” por naturaleza, sino simplemente “borrachos circunstanciales”?

-Si, puede decirse así.

-¡Uff!, menos mal. Menudo peso me quitas de encima.

No quiero intranquilizarle, pero en estos momentos no sé si la estupendez de nuestro compañero es algo circunstancial y efímero o una propiedad de origen con voluntad de permanencia. ¿Tú que crees?

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