Igualdad y equidad: dos claves del liderazgo actual

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

Una cosa es que tener las mismas oportunidades y otra saber aprovecharlas

Ese día había llegado temprano para tomarme un café sin la consabida retahíla de los buenos deseos para empezar el año. Pensé que lo había logrado; pero no, un compañero se me había adelantado. Retroceder quedaba feo y renunciar al café, no entraba dentro de mis cálculos.

—Buenos días —respondo—. ¿Cómo se presenta el nuevo año?

—A mí me gustaría nos trajera un jefe nuevo.

Sospecho que al jefe también le gustaría que le trajera algún empleado diferente. Pero se conformaba.

—¿Qué ves de malo en él?

—No sé. Creo que le falta empatía con nosotros. Un buen líder empatiza con sus colaboradores.

—No te lo discuto. Aunque sí cuestiono que eso sea suficiente para ser un buen líder.

—Y tú, entonces, ¿qué propones?

Me habría gustado llevarme el café a mi mesa y dejarlo allí; pero no me pareció correcto. Para salir al paso, pensé en tirar de los tópicos de moda del management, aunque me decidí por una versión algo más doméstica.

—A mí me gustaría que nos mantuviera informados de todo lo que afecte en nuestro trabajo. Que no nos tengamos que enterar por terceras personas.

—A mí, lo de la información no me importa. Hasta donde sé, sé. Y no se me puede pedir más

—También —continúo— que nos ayude, proporcionándonos los recursos y el tiempo suficiente para la ejecución de las actividades que no encarga.

—Mira. Yo, de ocho a tres y listo. Si no hay tiempo y material, es asunto suyo. Para eso es el jefe.

—Ya. Pero, después te vienen de otros departamentos culpándote de no haber hecho las entregas a tiempo. Y ahí, debería defendernos; no inhibirse como hace.

—Yo, ante eso, como quien oyera llover. No me complico la vida. No obstante, dudo que todo eso sea suficiente para hacer de este jefe un buen líder.

En eso estaba de acuerdo con él: solo eso no haría de él buen líder; pero sí un buen referente. A partir de ahí, se debería esforzar en lograr ese prestigio que los colaboradores otorgamos a los jefes que actúan con excelencia.

No veía sentido a continuar. Estaba ante uno de los pasotas principales de la empresa: nada iba con él. Vamos, de los de ocho a tres. Pero, me surgió una duda: ¿su pasotismo era interesado o desinteresado? Para comprobarlo, añado:

—Lo que para mí es clave en un jefe, si quiere mejorar su liderazgo, es que disponga las condiciones para que todos tengamos las mismas oportunidades. Sin amiguismos ni malas querencias.

—Eso, eso. Todos igual.

—Si, sí. Igual de partida. Pero, algunas oportunidades vienen dadas; otras, hay que crearlas. Las primeras ha de repartirlas con igualdad, correcto. Pero, las segundas, las que cada empleado sea capaz de crear: ¿las ha de repartir entre todos los demás? Y, en su caso, ¿cómo?

—Ahí creo que habrá jaleo. Porque, si yo genero más oportunidades que otro, no me gustaría que… No sería justo.

Lo que no le gustaría es repartirlas las que el genere, supongo. Este es uno de los retos principales del líder: ¿cómo repartir las oportunidades cuando son de origen heterogéneo? Pero no acaba aquí; por ello, planteo:

—Partamos del supuesto de que todos tenemos las mismas oportunidades. ¿Tiene importancia lo que después hacemos con ellas?

—Sí, sí. Y tanto.

—Bien, ahora valora la hipótesis de que una persona obtiene el máximo rendimiento de sus oportunidades y otra, el mínimo. ¿Qué debería hacer el líder en este caso?

—Como el caso de las oportunidades. Igual para todos.

—Bien. ¿Y si el que obtiene el máximo rendimiento eres tú?

—Bueno…, sí, claro.  Esto creo que debería ir en función de los méritos de cada uno.

Me hubiera gustado seguir el razonamiento; pero creo que no era el lugar, el momento y la persona con quién hacerlo. Di el último sorbo a mi café y me dirigí a mi despacho.

Una vez allí, me vinieron a la mente los cinco focos de un jefe si quiere devenir un buen líder:

  1. Mantener informados a sus colaboradores de todo lo que les afecta. De lo contrario, recurrirán a la fuente originaria de la información. Eso minaría su liderazgo.
  2. Ayudar a sus colaboradores proporcionándoles los recursos y el tiempo necesario para ejecutar los planes de acción.
  3. Defenderlos frente a ataque de terceros. Él es el último responsable de todo.

Estos tres, bien trabajados, le ayudarán a ser el mejor referente para el equipo. No obstante, es en los siguientes donde se la juega:

  1. Dar igualdad de oportunidades a todos los colaboradores. Pero también incentivar que ellos mismos creen oportunidades.
  2. Ser equitativo en el retorno a cada empleado en función del aprovechamiento de las oportunidades otorgadas o generadas.

Para estos dos últimos, conveniente saber que el cerebro realiza automáticamente algunas operaciones básicas:

  • Las personas, para tener conciencia de su individualidad, se comparan con las demás. De ahí el sentimiento de agravio comparativo que se produce en algunos casos.
  • A un determinado nivel de esfuerzo, se espera recibir su equivalente en resultado (recompensa). En caso de percibir desequilibrio entre ambos, el cerebro tiende a no hacer, o bien, a la frustración.

Una adecuada gestión de estos focos producirá motivación y creatividad; una inadecuada, indolencia y frustración. Ahí están los verdaderos retos de un jefe que quiere ser un buen líder.

Publicado: Igualtat i equitat davant les oportunitats (viaempresa.cat)

 

 

 

 

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