Schadenfreude o el placer del fracaso ajeno

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

Jamás he deseado mal a nadie, pero en ocasiones se agradece que las cosas caigan por su propio peso. Capiotto, L.

-¿Te has enterado de la última noticia? -me pregunta maliciosamente mi compañero.

-¿De qué he de enterarme?

-Acompáñame y te lo cuento.

No tenía ganas de hablar con él, pero un café a primera hora siempre viene bien y, además, me había cogido del brazo y me conducía hacia la máquina del café.

-Sabías que había cuatro candidatos a la jefatura de logística ¿verdad?

-Sí, sí. Era de dominio público. ¿Ha pasado algo?

-Bueno, te cuento: la dirección ha rechazado las cuatro y ha fichado a alguien externo.

Pensé que eso no decía nada bueno sobre la promoción interna. Pero, al no disponer de toda la información, le pregunto:

-¿Y cuáles han sido los motivos del rechazo de cada candidatura?

-No lo tengo muy claro. Pero me imagino que ha habido diferentes razones.

-¿Por ejemplo? -pregunto.

-Sí, mira. Pedro, el encargado de almacén es buena persona, amable y simpático, pero todavía no está preparado para el cargo -dice en tono compasivo.

-También se presentaba otro de almacén, Antonio creo que se llama ¿qué ha sido de él?

-Este caso es muy claro, falta de preparación y una actitud pésima. Además, tú lo conoces, cuando le pedías algo todo eran caras largas y soluciones cortas. Sinceramente, no sé cómo se atrevió a presentar su candidatura -alega con gesto despectivo.

-¿Y Laura, la de admisiones? -pregunto.

-Bien, a ésta yo creo que no la han elegido por miedo a que en un futuro les haga competencia. Ya sabes, es capaz y cae bien a todo el mundo. Una buena candidata -dice con admiración.

-¡Ah! Y Juan, el de calidad. ¿Qué ha pasado con él?

-Reconozco que es el más competente; pero, permíteme, es un poco frío. Y ya sabes, estas cosas pasan factura. Me habría gustado ver su cara cuando recibió la negativa. Pero se lo tiene bien merecido por estirado -añade con sonrisa maliciosa y satisfecha.

Era el más preparado de los cuatro, no cabía duda. Pero no me quedaba claro si mi compañero se alegraba del fracaso ajeno o de esa persona en particular. Por ello pregunto:

– ¿Qué es lo que te satisface de esta situación?

-Mira, -me dice- lo de Pedro me da pena, lo de Antonio me deja frio, con lo de Laura, ya sabes, la aprecio. Pero con Juan, lo siento, tengo ese puntito de satisfacción.

Lo suyo, ¿es de mala persona o simple vulnerabilidad emocionalmente ante el fracaso de una persona capaz y que nos ignora? Yo creo que es más lo segundo: que sea capaz, lo toleramos bien; que nos ignore, lo llevamos mal; y que se den ambas circunstancias, sencillamente nos fastidia. A mí, lo confieso, a veces me pasa. Elegante no es. Pero, y tú ¿pierdes la elegancia con algunos? No me respondas, piénsalo primero. Está en juego tu glamour.

 

 

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