¿Es cool la manzanita o amplia la tontería?

Por: Alejandro Martín. Socio Director de TDSystem

“Cualquier imbécil puede derribar un granero, pero para construirlo se necesita un carpintero”. Rayburn, S.

-¡Joder! Ya estamos otra vez. ¿Qué le pasa a la máquina? ¿Dónde la han colocado ahora? -digo mientras leo el letrerito que cuelga de la pared con aquello tan trillado de “Estamos trabajando para mejorar el servicio. Disculpen las molestias”.

Sé que es un comienzo del día un tanto bronco, pero es que estoy acostumbrado a ese par de minutos de aprovisionamiento de cafeína y contacto esporádico con los compañeros.

-Se la han llevado y no está claro que la vuelvan instalar -me dicen.

– ¿Y eso?

-Al nuevo gerente no le agrada la imagen a primera hora de la mañana de cierto agolpamiento de personas en torno a ella. Creo que en su lugar pondrá una de esas máquinas healthy que tanto se llevan ahora.

No tengo nada en contra de lo healthy, pero ahora mismo no creo que una manzanita ecológica tenga el mismo poder de convocatoria que ese café caliente y aromático que se incrusta en el cerebro a través de las fosas nasales. No obstante, respondo:

-Bueno, habrá que acostumbrarse.

A partir de hoy se acabó aquello de “¡Qué malo que está hoy el café! Con un par de estos vas directamente al lavabo” como pequeña protesta por la larga jornada que te espera. No descarto el potencial de la manzanita, pero da más para aquello de que si es orgánica, que si de kilómetro cero o si de comercio de proximidad. Vamos, de exabrupto protestario, nada.

-La nueva opción es más saludable y lo healthy ha venido para quedarse definitivamente -me comentan.

Seguro que ese nuevo espacio aséptico-saludable nos permitirá lucir un cuerpo más garboso, pero la máquina del café seguía manteniendo ese punto de vicio en el que te podías permitir una mini protesta cuando lo probabas y, a partir de ahí, a trabajar con dedicación. Además, el espacio-tiempo cafetil tiene ese toque gregario que permite un poco de socialización antes de incrustarte en la mesa-cubículo en la que pasarás el resto del día. Finalmente, hasta tu jefe podía ejercer allí de semi-colega antes de pasar a ser jefe-jefe el resto de la jornada.

– No lo dudo, aunque a mí me gustaba ese momento del café -respondo.

Mi resistencia no tiene nada que ver con lo nutricional. Mi perplejidad viene cuando algún iluminado rompe algo que funciona y que es producto de muchos consensos tácitos, de rutinas que proporcionan identidad y de espacios que permiten tratar discrepancias en tono informal para evitar que se conviertan en conflictos.

-Es que el nuevo gerente está muy por aquello de los entornos saludables -rematan.

Seguro que lo está, pero en este mundo de incógnitas y aleatoriedades, si hay una cosa que funciona, ¿no crees que es mejor no tocarla?

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