¿Tu jefe se contradice o evoluciona?

Por: Alejandro Martín – Socio-Director de TDSystem

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Los jefes no mienten ni se contradicen, simplemente evolucionan. P.D. el Jefe.

Cuando el Jefe plasmó su firma, todos pensamos que cometía un grave error. Hasta el responsable de sistemas se creyó en la obligación de advertírselo.

Pero no. Él decidió que ese sistema era la mejor opción, aunque algunos la rebajaron a “su opción”. Malas querencias, supongo.

-¡Qué! ¿Qué tal con el nuevo sistema? Supongo que ahora ya no os retrasaréis en las entregas -pregunta irónicamente el jefe del departamento contiguo.

-Seguro-respondí evitando dar pie a más jocosidades.

Es sabedor de los problemas que estamos teniendo. Mi jefe dice que no son fallos, sino retos para “evolucionar el sistema”. Los demás, los calificamos simplemente de “apaños para que funcione de una vez”. Pero me callo. No quiero echar más gasolina al fuego.

-¡Ánimo!. Lo superaréis. Vosotros podéis con todo -prosigue sarcásticamente este vecino malintencionado.

Vale decir que el nuevo sistema no tiene nada que ver con el anterior. Tal vez nos habíamos acostumbrado a él o, simplemente, era mejor. Mejor pero “sin tanto potencial”, como dice mi jefe, a la vez que añade que éste ya es un sistema 5G. O sea, lo más “top” en sistemas.

– Ahí estamos. Ahora tenemos una reunión para evolucionar el sistema -respondo sin mucha convicción.

Todos en el departamento estamos convocado a esa reunión que el jefe, con un lenguaje pomposo, la ha calificado de “evolucionaria”. Me imagino que enfatizará las ventajas que suponen para nuestro departamento el nuevo sistema. Mi única duda es si para ello utilizará ese lenguaje ampuloso en el que acostumbra a confundir los deseos con la realidad y sus intereses personales con los intereses de la organización.

-Suerte. Qué sea leve -añade el muy cretino mientras se aleja.

Entro en la sala y justo en ese momento comienza el Jefe con sus parlamentos. Por la cara que pone y el tono que emplea, me barrunto que será una ceremonia autocomplaciente. Se le da bien.

—Buenos días, ¿cómo estáis? —dijo dirigiéndose a todos los allí reunidos.

—Buenos días —respondemos algunos con claridad; otros simplemente lo murmuran para justificar que están allí.

—Como bien conocéis, desde hace un año estamos somos los protagonistas de esta gran aventura tecnológica. Sólo quiero deciros que nos llevará a ser el referente en la organización y la envidia de los demás departamentos —continúo.

Me van resonando esas palabras mientras me vienen a la mente los innumerables problemas que estamos teniendo y la cantidad de retrasos que están padeciendo el resto de departamentos. Pero ahí tenemos al jefe con su dosis de sobreactuación y su pereza mental intentando camuflar su mala decisión. El cinismo no lo contemplo en esta ocasión.

Pensaréis que soy un ingenuo al esperar que el jefe no dijera lo que está diciendo. No es eso. Simplemente deseaba que pensara en lo que dice.  Seguro que él se contradeciría un poco menos y a nosotros nos respetaría un poco más.

 

 

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